jueves, 3 de septiembre de 2009

El atajo.


- Pues ¿sabes lo que te digo?, que yo me voy por aquí, atajando.
- Usté verá, pero ese barranco es mu peligroso.
- Tú qué sabrás, tú qué sabrás. Anda, anda, ¿no ves que me voy a ir agarrando a los piornos?
- Señor ingeniero, es usté mu dueño d'hacer lo que le paezca, pero yo tengo qu'avertirle qu'eso es mu peligroso, que se pué usté esbarar y caer, que los piornos están mu humedos de las nieblas destos días. Ahora, allá usté. Yo l'avierto que no m'ago reposable de lo que pué pasar aluego.
- ¡¿Esba … qué?! Pero qué sarta de tonterías dices, hombre, y luego quieres que te haga caso. ¡Bah!, ¡bah! A mí me vas tú a decir nada de por dónde tengo que ir y por dónde no. Yo sé muy bien lo que hago y no me hacen falta tus consejos ni tus bobadas. La senda que tú dices es de cabras y de burros y, por tanto, más peligrosa. Además, ¿quién es más listo, un burro o un ingeniero? Pues eso. Vete tú por la senda, que ya te caerás y déjame a mí, que lo he hecho más veces, no es la primera vez que lo hago, y sé muy bien que sujetándome de rama en rama de los piornos, bajo mejor y más rápido.
- Sí, eso sí. Más rápido sí que va'bajar usté.
- Pues no se hable más, ¡cojones! Te espero en el prado, que tú tardarás mucho más.
- Vale, vale. Allí nos vemos.

Parece una fábula de Esopo, de Iriarte o de Samaniego. Uno de esos relatos cortos con moraleja al final para ensalzar la virtud y la prudencia y afear el vicio y la necedad que, en cualquier caso, parecen rodeados de cierto aire irreal. Pero os aseguro que esta especie de fabulita está basada en hechos reales.
En la práctica sucede muy pocas veces, pero alguna vez ocurre, no sé si por casualidad, y a mí me encanta. Es lo que yo llamo: justicia inexplicable fulminante. Estamos tan acostumbrados a que la arrogancia y el despotismo no sólo no los paguen sus autores, sino que los paguen los débiles, que llega un punto en que no pasamos a creernos que, aunque sea una vez entre un millón, el déspota tiene su merecido y, encima, de forma instantánea.
Ya sabéis lo que son los piornos: en algunos sitios los llaman retamas, en otros escobas y en otros genistas. Se llame como se llame en cada sitio, el piorno es un arbusto que crece semisalvaje y en muchos territorios es alto y fuerte, sus ramas son muy flexibles y resistentes pero, en determinadas circunstancias, muy escurridizas.

Empezó a bajar el ingeniero como tenía previsto, mientras el guarda arrancaba por la veredilla. La mañana no terminaba de levantar y la niebla era fría aunque tampoco excesivamente cerrada.
Al principio, todo iba bien: pim, pam, pim, pam, el ingeniero barranco abajo de piorno en piorno, pim, pam, pim, pam, el guarda por la vereda, bajando cada uno hacia el prado que tenían que mirar. Llevaban así un rato, cuando, de pronto, oye el guarda un grito desgarrador y ve volar un bulto voluminoso por los aires, seguido de un golpe seco y contundente contra el suelo. Luego, silencio. Un silencio sepulcral que no presagiaba nada bueno. “¿Q’ábra pasao?”, pensaba el guarda, aunque, en el fondo, se lo barruntara.

- ¡Don Fulano, don Fulano, ¿ha oído usté eso?!

Silencio total.

- ¡Don Fulano, ¿está usté bien?! ¡Dígame algo!
- ¡Ay, ay, ay!
- ¡Pero hombre, ¿qué l’a pasao?!
- ¡Ay, ay! ¡Que una rama se ha escurrido y me ha tirado por el aire!
- ¡¿Está usté bien?!
- ¡Sí, sí! ¡Parece que no tengo nada roto!
- ¡¿Y era usté lo que volaba, don Fulano?!
- ¡Sí, sí! ¡Yo creo que he volado! ¡Sí! ¡Lo menos veinte metros!
- ¡Bueno, espere, que ya llego!
-Aquí te espero, Juan. Aquí te espero. De aquí no me pienso mover en un buen rato.
- ¡Ay, Señor, si m’ubiera hecho caso el muy … ingeniero!
c) Javier Auserd.

3 comentarios:

  1. No sabes cuánto me he divertido con este post-fábula-real:):) Es que le he puesto cara al ingeniero y he disfrutado del golpe casi tanto como Juan:)
    Los hay creídos que desprecian, por humilde, la sabiduría imnata de otros.

    Le dedicaría un taco al ingeniro marisabidillo ese, Diría un taco, pero soy comedida...
    :):):):):)

    Abrazos

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  2. Los "sobraos" esa especie tan abundante...
    Pero los que yo conozco no tienen arreglo, no aprenden ni cayéndose veinte veces, ja ja.

    Bienaventurados los humildes porque ellos sabrán rectificar.
    Amén.

    Un abrazote.

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  3. Estoy un poco verde y totalmente desentrenado en la cosa esta de hacer comentarios, sobre todo si han de ser breves, pero ahí va uno...

    ¡¡ Que mancantao, hombre !!....jejeje....

    Un saludo...

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