miércoles, 3 de febrero de 2010

Then We Take Berlin.

La venganza es uno de los sentimientos humanos y animales más fuertes profundos y genuinos que tenemos. Y lo demás son tonterías o, peor aún, hipocresías. Muy por encima del amor y del odio (del que dicen procede pero yo no lo creo). Y lo único que la puede frustrar o retrasar es la imposibilidad física inmediata de ejecutarla. Todo lo demás son tonterías. Así lo creo al menos.
Por eso siempre me ha impresionado la canción de mi admirado y extraordinario poeta judío Leonard Cohen que se llama First We Take Manhattan donde viene a parodiar con una gran fuerza expresiva los planes de venganza de un violinista ambulante judío que primero tomará Manhattan y luego tomará Berlín. Le comprendo muy bien, es muy justo lo que pretende el violinista aunque Cohen se esté riendo de sí mismo, del violinista, de todos los judíos, de todos los asesinados ... o quizás no se esté riendo, quizás esté llorando.

Tiene todo el derecho a decir lo que dice el violinista. Y tiene todo el derecho a llevar a cabo esos planes. Otra cosa es que pueda.
Cuando yo era niño, en mi primer día de clase me robaron cosas del plumier nuevecito (lapiceros, gomas de borrar, esas cosas). Primero lloré, luego me defendí e impedí que me robasen más cosas del plumier y el plumier mismo. Luego lloré más y no quise comer ni volver a escuela nunca más. Pero al día siguiente, sin mediar palabra, me dirigí al cabecilla de los cinco cabrones que me habían saqueado, le di tortazo y medio (porque se apartó), le tiré del babi y nos enzarzamos a puñetazos y patadas por el suelo en plena clase (no pude esperar al recreo). Nos castigaron, claro. Y a mí más por haber empezado la pelea, pero ese tío (ni los otros cuatro) no volvió nunca a intentar robarme nada ni nada del plumier ni el plumier tampoco.
No estoy especialmente orgulloso de eso y mi carácter me ha traído tantos problemas en la vida que dudo incluso de que haya merecido la pena. Pero no es eso. Soy como soy, he sido como he sido, volvería a serlo y seguiré siendo así lo poco que me quede de vida. Habría podido evitarlo, quizá, pero no me ha dado la gana. Creo haber sido equilibrado, pacífico y ciudadano, pero quien me ha buscado me ha encontrado. No siempre he ido por ahí repartiendo bofetadas, claro está (y no por falta de ganas), pero nunca me he callado con lo que he considerado injusto. A veces la venganza ha consistido en ignorar la existencia del otro. Y si luego he comprobado que me había equivocado yo, he ido a buscarle y le he pedido disculpas, aunque luego hayamos seguido cada uno caminos separados. Por eso he echado de menos eso mismo en los demás.
Primero tomaremos Manhattan, luego tomaremos Berlín, Washington, Davos, El Aaiún, Jerusalén, Ankara, París, Roma, El Vaticano, Pekín, Moscú, Praga, Tokio, Londres, Madrid, Plumier ... o al menos soñémoslo.
Me gusta esa canción. Me gusta mucho. Un ser humano debe tener presente siempre la venganza, siempre, aunque no consiga nunca ejecutarla. Porque un ser humano es un animal primitivo, visceral, con tripas en el alma. Y si no, no es un ser humano.
Javier Auserd.

6 comentarios:

  1. Algunos meapilas podrían llamarte de todo por escribir estas cosas. Quizá porque ese instinto se llevá en el código genético aún con el objeto de protegernos de los poderosos y abusones. De ahí la necesidad de una justicia rápida, severa, ecuanime, y por supuesto absolutamente imparcial. De eso no anda el mundo sobrado, y por supuesto tampoco España.
    El tipejo del colegio seguro que no se olvida de tí en la puta vida. Y hay millones como este sueltos por el mundo usando métodos más o menos sofisticados para joder al resto.
    A veces se hecha de menos poder invitar a alguno que otro a dar una vuelta por el Parque del Oeste( pongamos por caso ), de buena mañana y con un par de pistolones. Eso colocaria las cosas en términos más exactos, más justos. Con un trámite más rapido y barato que cualquier pleito incierto.
    Ultimamente estás genial. Y más aún compardo con lo que se lee en artículos y editoriales. Un abrazo.

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  2. El problema es que antes castigaban con no ir al recreo y ahora te meten en la cárcel

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  3. Tus palabras me han incitado a repasar mi vida en cuanto a las putadas de que he sido objeto a lo largo de ella. Y el resultado ha sido que, por lo visto, no soy de temperamento vengativo. Es decir, que nunca las he devuelto, y eso que en algunos casos he tenido la ocasión a huevo.
    Siempre he pagado con pasotismo. Nunca me he tomado el esfuerzo de engañar a quien me engañó, ni de vencer a quien me venció, aunque lo hiciese con malas artes, nocturnidades y alevosías. La gente que me ha jodido es despreciable, y por eso simplemente la desprecio: me dan asco y pena a partes iguales.
    Por supuesto si me atacan me defiendo, pero digamos que en tiempo real, no pienso luego en futuras represalias.
    (Con esto no descalifico tu postura, que la encuentro legítima, claramente expuesta y razonada)
    Son cosas del carácter de cada cual, naturalmente.
    Estás quemadillo últimamente, compañero, je je je
    Un abrazote.

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  4. Hola, Jos, Pau, Furgo. Es un honor veros por aquí. Sí, probablemente esté en nuestros genes. Por eso me fascina Jesucristo (y no es broma), porque Dios e hijo de Dios no sé si era, pero lo seguro es que no era humano ni de este mundo: amar a nuestros enemigos no lo conseguiremos en dos mil, ni en doscientos mil, ni en doscientos millones de años (además de porque nos autodestruiremos pronto), antes conseguimos resolver la cuadratura del circulo.
    Pau, no para el de "buena familia".
    Furgo, veo que mi tesis no vale para los "cachondos" (lo digo con cariño y en el mejor sentido posible), pero dime una cosa: ¿tú has conseguido amar a tus enemigos?, ¿y a tus amigos?, ¿y a tu suegra? Por cierto, sí, yo siempre ando quemadillo (soy bombero), ¡ja, ja, ja, ja, ja! Es broma.
    Abrazos.

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  5. No, no, yo odio a mucha gente, y por supuesto a mis enemigos, pero no me siento bien machacándolos aunque sean imbéciles. A mí ha llegado un momento en que me disgusta tanto perder como ganar (me refiero en discusiones acaloradas, broncas, peleas subidas de tono, etc.) Otra cosa es ya si nos vamos a cuestiones mayores: a muchos personajes "importantes" del mundo no me importaría nada pegarles cuatro puñetazos, y a los integristas de cualquier signo, y a los criminales...
    Pero, vamos, entre tú y yo: Pese a ser un cachondo, el ser humano en general nunca me ha caído bien. ( Sólo soporto a una minoría de individuos)
    Un abrazote.

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  6. Me siento muy cerca de lo que expresas, Dinosaurio, pero si por algo nos llamamos seres humanos "sapiens, sapiens" es justamente por poder sublimar esos oinstintos que están en nuestro código genético en tanto que animales y transformar las cosas, entre ellas, los impulsos que se nos despiertan ante la barbaridad, y en este caso de la veganza, transformarlo en justicia sería lo qué nos daría "lustre y esplendor" como especie... Pero ¿qué pasa cuando quienes deben aplicar las leyes se dedican a no se sabe qué? Pues que la justicia queda relegada a un sórdido paripé injusto y ofensivo... entonces volvemos a la venganza, por muy humanos que seamos.
    Un gran abrazo.
    Hannah

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