sábado, 24 de julio de 2010

La corrupción: un nuevo valor añadido.

En la línea de no dar ninguna importancia a la corrupción, instituciones, organizaciones y países enteros se desangran (algunos como México literalmente) por el desagüe de la indiferencia planetaria sin que a nadie se le mueva un milímetro el flequillo. Así, el nuevo país artificial impuesto e inventado por los mercados que se llama Kosovo (y era, para entendernos, la Asturias o la Covadonga de Serbia), estrena apoyo judicial internacional de La Haya con la detención por corrupción del gobernador de su Banco Central. No pasa nada que los poderes fácticos mundiales no quieran que pase. También ese mismo Tribunal Internacional de La Haya dijo, hace muchos años, que el Sáhara Occidental no era marroquí y debía acceder a su descolonización y mira. También hay un partido que va a ganar las próximas elecciones pringadito hasta arriba de corrupción y ... nada, si bien es cierto que será por incompetencia manifiesta de su adversario.
Lo que me sigue dejando desparasitado (como decía un amigo mío) son los nacionalismos ortopédicamente inventados que triunfan mientras que los legítimos fracasan y que la corrupción se empiece a considerar como un nuevo valor añadido por encima de los test de transparencia bancarios e institucionales.
Si ya en la Grecia y en la Roma clásicas se ensalzaba la honestidad pública y privada como valor humano imprescindible y positivo y, en general, estaba desprestigiada la corrupción en cualquiera de sus formas (a pesar de sus más y sus menos de algunos emperadores tiranos), ¿qué ha venido pasando desde entonces para desembocar en esto que nos obligan a soportar cínicamente? Pues de todo. Tantas barbaridades han venido sucediendo que no caben en pocas líneas, pero simplificando al máximo se puede decir que vamos para atrás con una demencia pasmosa que a ver en qué cloaca desemboca.
Ser bueno (y parecerlo) es bueno, ser malo (aunque no se parezca) es malo. La eme con la a: ma, la ele con la o: lo, ma-lo.
En fin, de todos modos, yo ya, sintiéndolo mucho por las generaciones venideras, para lo que me queda en este convento ...
Javier Auserd.

2 comentarios:

  1. He oido por ahí que,en buen español,la honestidad se refiere al cuerpo de cintura para abajo,excluyendo los bolsillos.La honradez,en cambio,es de cintura para arriba, incluyendo los bolsillos.De cualquier modo,el mundo anda falto de una y de otra.Y muy especialmente de la última,virtud aborrecida hasta por el más meapilas de la clase.Hablando de Kosovo:¿crees que al paso que va España disfrutaremos pronto de ese saludable tono encarnado de los balcanes ex-yugoslavos?.
    Quizá los saharauis deberían hacerle caso al mugriento sultán de Marruecos, y aceptar la autonomía(¿te acuerdas?el sello y la bandera...)e inmediatamente empezar la labor de zapa con un poco de ayuda rifeña y española.Seguro que el Comendador de los Creyentes no se moría de viejo sino de rabia.No ocurrirá,claro,es lo malo del patriotismo del bueno,siempre te terminan jodiendo.Me estoy volviendo de lo más maquiavélico y pesimista,ultimamente paso mucho tiempo en Mordor...(ahora hay cuatro torres)

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  2. Ay, Jospin, sal de Mordor, que ya sabes cómo afecta. Pero es verdad que el maquiavelismo (tan denostado de boquilla como mal practicado en secreto) podría dar lugar a soluciones muy interesantes, aunque algunas sean 'mercantilmente' inviables.
    Un fuerte abrazo.

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