jueves, 18 de agosto de 2011

Las hordas.

Han llegado avasallando, cortando las calles, impidiendo el tráfico, la normal circulación de vehículos y personas, arrinconando a los ancianos y a los niños, empujando y pisando a los que tenemos dificultades de movilidad, creyéndose superiores por su superioridad numérica, gritando, vociferando, molestando a todo el mundo.
Entre ellos habrá gente buena, pacífica, honrada, a la que no le gusta ser molestada ni molestar. Pero vienen en manadas inmensas convertidas en arietes, en barreras infranqueables, intolerantes e incluso más o menos groseras y, en ocasiones, agresivas cuando advierten caras serias a su paso y a sus paradas.
Han llegado no sólo a Madrid (¡pobre Madrid!) sino también a todos sus alrededores, ciudades pequeñas de aceras y calles estrechas, de pocos lugares despejados, ciudades que no están pensadas ni construidas para contener multitudes (arrogantes o no) y han pasado (y siguen haciéndolo) sobre sus habitantes como apisonadoras prepotentes y antipáticas.
Son las hordas papistas.
Su ventaja sobre el resto de los mortales es que con una simple confesión de nada, dicen quedar limpios.
Que venga el Papa, sí, pero que sus hordas no nos arrasen.
Como decía, en broma, mi católico suegro, q.e.p.d., el mejor dolor de todos es el dolor de contrición ... que no duele nada.
Javier Auserd.

2 comentarios:

  1. Casualmente, entre el día 8 y el 11 estuve en Madrid y una tarde-noche fuimos a pasear por el Retiro. En el primer golpe de vista alucinamos con aquellas estructuras raras. Luego caímos en que eran los famosos confesionarios.
    Joder, cuánto confesionario=joder, cuánto pecado. (¿No?)
    A la gente medianamente buena no le hace falta confesarse. O sea que hay muchos católicos que nunca siguen su propia doctrina. Se limitan a ir borrando del acta sus fueras de juego. Porque si cuando se confiesan lo que están haciendo es arrepentirse, ¿por qué reinciden sin parar?
    Es decir, los católicos que se confiesan con frecuencia son lo peor de lo peor. Yo no querría en mi club a un socio que se saltase las normas constantemente. ¡Excomunión real ya! je je je
    Un abrazote.

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  2. Sí, Blas, a los que no pecamos nos mira mal la llamada iglesia católica porque con nuestra ética laica ponemos en cuestión su existencia. Si fuéramos escoria pecadora y meapilas nos absolverían y se quedaban tan contentos. ¿Será casualidad que los mayores criminales (traficantes de todo tipo) son 'devotos' de alguna religión? Un fuerte abrazo.

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