viernes, 2 de septiembre de 2011

Averno.

15. ... de nuestros amigos.
Los ríos de color púrpura (I).
El silbido era demasiado metálico para provenir de un ser vivo y, sin embargo, era el enloquecedor y demencial chillido de la maldita cotorra monje del vecino.
Tumbado en su hamaca del criptohotel espacial mientras huyen del misterioso enemigo, Peter, no para de darle vueltas a los sinsabores y contradicciones de las Realidades Conocidas.
Si pudiéramos observar, en un momento dado, desde fuera, el continuo espacio-tiempo veríamos una acumulación asombrosamente inusual de catástrofes adversas tildadas de casualidades representadas como líneas gruesas de color marrón. Y las de los tontos que no aprecian las razones inconmensurables de los listos, serían de color lila. Y los sacrificios de los inocentes son de color púrpura, como los ríos de sangre del Apocalipsis 16,4.
'No puedo creer que esta chapuza de mundo sea obra de Dios', piensa Peter.
'Pero si tú no crees en Dios', le objetaría Molly.
'Es igual', contaatacaría Peter. 'Esto parece más bien un experimento. Pero mi punto de vista del experimento es el del que lo sufre, no el del que lo realiza. El que lo realiza no lo vive desde dentro y no debería tener punto de vista. Ese es uno de los muchos inconvenientes porque así nunca sabrá lo que sentimos las hormigas'.

Cuando tenía poder, el monje guerrero voló a Jerusalén e invocó en el Muro al Dios de los Ejércitos para que le mantuviera, mediante esta oración esotérica (Oración del Rab Shaul. Shalom. Mashiaj sea bendito), la suerte de putear a quien le pluguiera:
<<¡Dame Tu luz!, ¡dame Tu piedad! Mi Redentor, sálvame, porque soy Tuyo: el que ha surgido de Ti. ¡Eres mi mente; llévame! ¡Eres mi casa de tesoros; ábrela para mí! ¡Eres mi plenitud; condúceme a Ti! Eres mi descanso; dame lo perfecto inalcanzable!
Te invoco, El que Eres y El que Eras, en el nombre sobre todo nombre, por Yeshua HaMashiaj, el Señor de señores, el Rey de los siglos; dame Tus dones - no Te arrepentirás - a través del Hijo del hombre, el Espíritu, el Paráclito de la verdad. Dame la autoridad cuando Te la pida; dame salud para mi cuerpo cuando Te la pida por los Evangelistas y salva mi eterna alma luminosa y mi espíritu. Y el primogénito del Pléroma de la gracia - ¡revélalo a mi mente!
Concédeme lo que ningún ojo de ángel ha visto ni oído de gobernante ha escuchado y lo que no ha entrado en corazón humano y que llegó a ser angelical y modelado a imagen del Dios psíquico cuando fue formado en el principio, pues tengo fe y esperanza. Y pon sobre mí a Tu Amado, el Elegido, y la Grandeza bendita, el Primogénito, el Primer existente, y el maravilloso Misterio de Tu casa; porque Tuyo es el poder y la gloria y la alabanza y la grandeza por siempre. Amen.>>
Cuando perdió el poder, el monje lloró, pero no de arrepentimiento, sino de rabia. Claro que, para entonces, tampoco la rabia le servía de nada.

La Marquesa del Pan Pringado, modelo frustrada que suena dando ordenes a sus inferiores en el bungalow de al lado, tiene una voz desagradable y desabrida y es vulgar, por eso está siempre de mal humor y se alegra de los males ajenos, pero no sabe que así no verá llegar los propios. Recordándola, Peter invoca la oración por los pecadores de la Primera Carta de San Juan 5,14:
<<Tenemos plena confianza de que Dios nos escucha si Le pedimos algo conforme a Su voluntad.
Y sabiendo que Él nos escucha en todo lo que Le pedimos, sabemos que ya poseemos lo que Le hemos pedido.
El que ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, que ore y le dará la Vida. Me refiero a los que cometen pecados que no conducen a la muerte, porque hay un pecado que lleva a la muerte; por este no les pido que oren.
Aunque toda maldad es pecado, no todo pecado lleva a la muerte.
Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Hijo de Dios lo protege y el Maligno no le puede hacer nada.
Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero está bajo el poder del Maligno.
Y sabemos también que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al que es Verdadero; y nosotros permanecemos en el que es Verdadero, en su Hijo Jesucristo. El es el Dios verdadero y la Vida eterna.
Hijitos míos, cuídense de los ídolos ...>>
Sin embargo, bien a su pesar, Peter sabe que ella se salvará y él se condenará ... una vez más.
© Javier Auserd.

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