sábado, 26 de noviembre de 2011

Quién repone ahora el papel higiénico. (Siempre hay algún 'pringao').

Uno.
—Escucha, Lore, tengo que hacerte una pregunta un poco ... 'delicá'.
—Pues tú dirás.
—¿Tú ... repones el papel higiénico en el baño?
—¡¿Quéeeeee?! ¡¿Yooooo?! ¡¿Tú estás chalado?! ¡¿Me has visto cara de reponedora de supermercado?! ¡¿Tengo poco con sacar la basura, cambiar la arena de Trompo y de Bily y recoger todo lo que va tirando Nena al suelo?! ¡Además de poner la mesa, fregar lunes y jueves, planchar mis braguitas y soportar las bromas de Walter el psicópata y Thoe, la ladrona! ¡¿Eeeeh?! ¡Tú estás loco!
—Vale, vale, pero es un misterio ... acojonante. ¡Oye, Thoe!
—Olvídame, que no es mi santo.
—Vale.
—¡Oye Walter ... !
—Chau, pringau.
—¡Puff! ¡Nena, ¿tú no sabrás ...?! ¡Nena, sal del cubo de la basura!


Dos.
—¡Atención, atención! ¡Reunión comunal, reunión comunal! ¡Aaaasamblea! A ver. Aprovechando la coincidencia (meramente circunstancial por otro lado) de todos los miembros de esta ... casa ...
—Salvo Thoe.
—¡Evidentemente, salvo Thoe!
—Y Toli. Y Andrew.
—¡Brrrr! ¡Claro que no está Andrew, está en el taller! Y tampoco está Toli. De eso se trata. Ya sabéis que Toli se ha ido, nos ha dejado, ya no está aquí, ¿vale?
—¿Está en el cielo?
—No, Nena, no está en el cielo.
—Está en el infierno.
—¡No Walter, tampoco!
—¿Y dónde está ... papá?
—Está en Alemania, Nena, y no es tu padre (aunque fuera el que más jugaba contigo). Bueno, al grano. El caso es que ...
—¿Vas a hablar del misterio del papel higiénico? Porque yo he quedado en ... tres, dos, uno, cero.
—Lore, por favor, te pido que me escuches un momento, sólo un momento.
—Estás fuera de tiempo, tía. Arrevoire.
—Lore, ¡Lore! En fin, seré breve.
—¿Quién bebe, mamá?
—Nena, por favor. Y no soy tu madre.
—Ni que lo jures.
—¡Walter! Bueno, iré al grano ... si me dejáis, claro. El caso es que Andrew ha descubierto que alguien repone el papel higiénico en ausencia de Toli, que era el único que lo hacía, y no sabemos quién es.
—¿Papá Noel?
—Muy gracioso, Walter, muy gracioso. La cosa es que hay que averiguarlo.
—¿Que qué?
—Saberlo, Nena. Hay que saberlo.
—¿Para qué? ¿No es más cómodo dejarlo estar?
—Sí, Walter, más cómodo es, pero hay que averi ... saberlo, descubrirlo, aclararlo ...
—¿Como la lavadora, mami?
—¡Grrrr! Sí, Nena, querida, como la lavadora que te cargaste el otro día, por cierto. De modo que tenemos que estar ojo avizor ...
—¿Qué ...?
—¡Avisados, preparados, prevenidos, atentos, con cien ojos, alerta, ¡al loro!, Nena, al loro! para descubrir al ...
—¡Asesino!
— ... al autor de la reposición del papel higiénico en el baño. ¡Ufffff!
—¡¡¡Bien, bravo, ya está, vamos a jugar con la Wii!!!


Tres.
—Ya lo tengo, Linda.
—¿Qué tienes, Andrew?
—Lo he descubierto.
—¿El qué, digo a quién, digo cuál, o sea … qué?
—Lo del papel higiénico.
—¡Ah, ¿eso?! Creí que estaba … olvidado.
—No.
—¿Y bien?
—Creo que ya sé quién es.
—¿Y quién es, Andrew?
—¿Recuerdas que todas las noches me levanto a mear a eso de las dos, Linda?
—Sí, Andrew, me acuerdo de eso.
—Pues bien, hace dos noches, no sé por qué, me levanté a las tres y me pareció cruzarme con Bily con un rollo de papel en la boca camino del baño.
—Quieres decir a Trompo.
—No, no, era Bily.
—Andrew, Trompo es el perro, Bily ¡es un gato!
—Lo sé, Linda, lo sé. ¡Y era Bily, el gato, nuestro gato! el que iba con un rollo de papel higiénico en la boca.
—Ya … Y, Andrew, ¿me quieres explicar cómo demonios abre un gato la puerta de la despensa (que siempre cierro para que no se meta Nena a romperlo todo), coge un rollo de papel higiénico de un sitio difícil, cierra la puerta, lo lleva al baño, abre la puerta del baño (aunque esa casi siempre os la dejáis abierta), deja el rollo en su sitio, encima de la cisterna y se larga como si tal cosa? ¡Hombre, Andrew, eso lo hacen los perros! ¡¿Es que no ves los anuncios de la tele?!
—No, Linda, no. ¡Que te digo que era Bily!
—¡Lo habrás soñado!
—¡¿?! Podría ser. Eso sí que podría ser, mira, que lo hubiera soñado.
—¡Pues claro, hombre!


Cuatro.
—¡Lo veo y no lo creo!
—Schhh, calla, que te va a oír y se nos joroba todo.
—¿Lo estás grabando?
—Sí, sí, calla. ¿Ves, ves? Ahora cierra la puerta con la patita, recoge el rollo y va al baño. Mira.
—¿Y puedes grabar a esta distancia? No se va a ver nada.
—Lo he configurado.
—¿Ves?, la puerta del baño abierta.
—Ya, pero como sabe abrir puertas … Lo has visto tú misma.
—Eso es verdad. Además, todo encaja, porque recuerdo que siempre iba detrás de Toli como fijándose en lo que hacía.
—¿Ves? Ahora la deja como estaba y se va a dormir a los pies de Nena.
—Como si no hubiera roto un plato.
—Y es que no lo ha roto. Pero la verdad es que es un ‘pringao’. ¡Vaya ‘tolai’ de Bily, lo que se van a reír los demás cuando lo vean!
—Sí. Tienes razón.
—Bueno, pues ya está, aquí está la prueba, en mi móvil. Ahora a dormir.


Cinco.
—Oye, Linda, ¿tú no habrás visto, por casualidad, … mi móvil?
—¿Tu móvil? No. ¿Es que lo has perdido?
—No creo, pero no lo veo.
—¿Has mirado bien? ¿Lo dejaste donde siempre después de grabar a Bily?
—Sí, como siempre, encima de la mesilla.
—¡Miaaau!
—Espera, Bily, que ahora te pongo tus crispis. Oye, por cierto, y no habrá sido …
—Imposible, Linda, tú misma dijiste que los gatos son tontos.
—Ya, pero también creía que Bily no podía hacer lo que le vimos hacer esta madrugada y lo grabaste y nos … reímos.
—¿No pensarás que …? No puede ser, mujer. Una cosa es una acrobacia de … circo y otra muy diferente … ¿Qué insinúas?
—¡Miaaauuu!
© Javier Auserd.

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