Innecesario sería
confesarnos en el lecho
lo que te dejó maltrecho,
si no fuera que, a fe mía,
cada afán tiene su día,
cada acto su derecho,
cada siembra su barbecho
y cada virtud su guía.
Alumbra la lejanía
un recodo muy estrecho
que a recorrer llegaría
con inocente despecho
si no fuera que, a fe mía,
ya todo estuviera hecho.
© Javier Auserd.
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