sábado, 26 de marzo de 2016

Refugiados.

Se hacinan en el barro huyendo de la muerte y la desesperación. Con sus niños temblando de frío y de hambre a las puertas de una Europa anestesiada con su propio miedo, incapaz de dar solución a las peticiones legales de asilo. Asaltan nuestra tranquilidad con su drama y su terror. Agreden nuestra comodidad con su infortunio y su sola presencia. Insultan a nuestros privilegios que podrían verse afectados. Son refugiados, parias, escoria, animales de los que no queremos saber nada.
Javier Auserd.

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