martes, 9 de febrero de 2010

Aquellos maravillosos años.

Parece ser que hace casi un año se descubrió un fraude alimentario de empresas de catering que suministran a las tropas españolas en Afganistán y Líbano, todavía no hay detenciones y, como premio, se les acaba de renovar el contrato.
Lo he dicho mil veces. Yo no soy partidario de ser comprensivo, considerado, blandito y pacifista con los delincuentes. Desde luego que eso no significa que sea partidario de la tortura ni de la pena de muerte. Pero es que hay tantas cosas que no me entran en la cabeza como la tolerancia con la delincuencia que podríamos llamar de "guante blanco" (sobre todo de tipo empresarial) mientras dejamos que linchen (es un decir) al único juez que los tiene bien puestos (sin que yo sea uno de sus admiradores), que cada vez entiendo menos lo de este país.
Lo que sí entiendo es que no haya mafia propia en España. Aunque vengan muchas mafias extranjeras aquí, en España no hace falta la mafia porque la delincuencia desorganizada de altos vuelos campa tan a sus anchas que no es necesario denominarla mafia, porque está ahí y lo domina todo. Que los responsables de desmanes gravísimos sigan tan panchos cometiendo tropelías y disfrutando de contratos estatales procedan de la época que procedan (si es de la época del partido anterior, peor me lo pones) es lo suficientemente escandaloso como para que los responsables políticos actuales dimitan y los nuevos promuevan la detención judicial inmediata de estos presuntos homicidas en grado de tentativa y la adjudicación de los contratos a otras empresas. Eso es lo mínimo y lo elemental. Ya se irán delimitando luego las responsabilidades.
Llevo mucho tiempo diciendo que lo que España necesita es muchas menos leyes pero que se cumplan y también una reforma empresarial en profundidad en la que si hay que encarcelar al 90% de los empresarios por delinquir que se haga, sería la única forma de salir alguna vez de la crisis estructural que padecemos y de la que apenas hemos empezado a sentir algunos de sus efectos. Hasta que eso no ocurra, seguirán los corruptos aumentando el paro, recortando los salarios más bajos del primer mundo y parte del tercero y dejando impunes delitos que estremecerían a los mafiosos más despiadados.
Es igual, todo lo aguantamos. De un país en el que el cantante Víctor Manuel nos insulta y le seguimos comprando discos para hacerle más multimillonario de lo que ya le hemos hecho, en el que la innombrable $$$$ nos insulta y no pasa nada y en el que va a gobernar el partido más corrupto del momento por incompetencia del equipo contrario, ¿qué se puede esperar? Pues se puede esperar justo lo que está pasando y más que va a pasar, menos lo que tendría que pasar de verdad.
Yo no sé dónde nos hemos ido dejando los genitales a través de la historia, porque no hace falta incendiar el Bunderstag, ni tomar la Bastilla para mostrar nuestro descontento por tantos despropósitos, pero sí salir a la calle para protestar ni aunque sea pacíficamente.
Ah, ¡aquellos maravillosos años cuando todo era más sencillo porque estaba más claro o así lo veíamos! ¡Que tiempos aquellos en que tu cantante entonces favorito no te llamaba ladrón ni tampoco él lo era y a los soldados sólo los chorizeaba el sargento cocina, como Dios manda!
Javier Auserd.

3 comentarios:

  1. ¡Bravo, sí señor! Menos reformas laborales para los trabajadores y más reformas empresariales, qué caray.
    Un abrazo libertario
    Hannah

    ResponderEliminar
  2. El mundo entero es un despropósito, ya..., pero ciñéndonos a España y su contexto, estamos en un país que no hay por dónde cogerlo.
    Y la alternativa es: o el fuego o las brasas.
    ¿No hay sangre nueva en las venas de la gente nueva?
    A la clase currante en los próximos cuatro o cinco años nos va a hacer de todo, de todo.
    ¿Tendremos que encabronarnos y tomar la calle los viejos?
    Un abrazote.

    ResponderEliminar
  3. Hola, Hannah y Furgo. Me temo que sí Furgo, nos ha "tocao". Tendremos que marchar de nuevo aunque sea con andadores.
    Abrazos.

    ResponderEliminar