viernes, 11 de junio de 2010

Mirada de alambre.

Era la noche en que al día siguiente iban a operar a Trasto y debía estar en ayuno de 24 horas. No sé cómo lo soportó. A pesar de lo travieso que era y de sus maldades, Trasto no podía entender por más que lo intentara qué era lo que había hecho mal ahora para que no le diéramos de comer. Di vueltas y más vueltas con un calor insoportable y pegajoso que no me dejaba respirar y, al fin, me instalé en un duermevela incómodo y palpitante que actuó de anestesia.
No puedo recordar cómo empezó a desarrollarse la terrorífica escena, el caso es que me vi a mí mismo frente a mí mismo con unos ojos enormes como gafas con las cuentas vacías, profundas, negras como ala de cuervo. En su interior había alambres finos también negros y ondulantes que parecían matas de pelos. En el ojo derecho, el yo que yo tenía enfrente tenía un prospecto farmacéutico de cartón retorcido del que no podía tirar por miedo a arrastrar todo lo que pudiera haber dentro del ojo (globo ocular, que no le veía, retina, mácula, terminaciones nerviosas, vasos sanguíneos, etc.) pero que yo sabía que tenía que sacar porque le molestaba al yo que tenía yo enfrente. Yo sabía que cuando tirara hacia fuera del duro papel que ocupaba el interior de mi ojo la pesadilla terminaría y estaba deseando hacerlo, incluso pensé en conseguir y utilizar unas pinzas. Pero no podía. Algo me paralizaba como una advertencia macabra. Hice varios intentos y desistí desesperado. Lo que más lamentaba no era el hecho en sí mismo, sino lo absurdo de una situación tan inconcebible y delirante a la que no sabía cómo ni por qué había llegado. Sabía en cambio, tampoco sé por qué, que si conseguía tirar del prospecto con mucho cuidado y sacarlo despacio, muy despacio del ojo derecho de mi otro yo (que tenía enfrente), todo volvería a la normalidad y sería como si nada de aquella espantosa alucinación se hubiera producido. Por eso lo seguía intentando una y otra vez pero me detenía en el último segundo a punto de tirar del cartón para sentir un alivio inconmensurable y una paz nunca antes experimentada. Fue quizás debido a esa certeza enloquecedora el motivo por el que me invadiera una angustia febril que me produjo unas convulsiones en las manos y los brazos que impedían llevar a cabo la delicada operación de extraer el maldito papel del inoportuno sitio que ocupaba.
El significado más evidente de aquel despropósito parecía querer decir que me iba a quedar ciego y, sin embargo, nada estaba lo suficientemente claro. Todo transcurría de un modo confuso y nebuloso pero yo me empeñaba en creer percibir en esta tragedia un aire premonitorio que me helaba la sangre en las venas.
En mi desquiciada entelequia mi otro yo era semejante a una especie de maniquí o a un autómata de madera que aguardaba paciente (pero expectante) a que yo me decidiera de una santa vez a solucionarle el problema y liberarle de aquella atrocidad sin pies ni cabeza que seguía su curso como si fuera lo más normal del mundo.
También asociaba lo macabro de aquella historia que estaba viviendo con el presentimiento de que la operación de Trasto iba a salir mal (lo que por fortuna no ocurrió) y era una punzada añadida que me entristecía aún más.
Mi desesperación por explicar lo que ocurría me llevaba incluso a imaginar que se trataba de que me veía a mí mismo reflejado en un espejo, pero la sensación de mi ubicación física frente a mi otro yo no dejaba lugar a dudas, no era esa una de las explicaciones de la desgracia que me estaba sucediendo: no había ningún espejo por medio.
He pensado mucho luego en ello. He llegado a recrear despierto la escena y a sacar el papel del ojo derecho de mi yo desdoblado sin arrastrar ningún órgano, ni nervios, ni venitas, ni nada, mientras sentía un dolor real en el abdomen, pero no conseguí realizarlo durante el sueño. No he podido encontrar ninguna explicación lógica. Se trató sin duda de un sueño horrible, pero ahora tengo que dejar de escribir. Empiezo a notar … pinchazos en los ojos.
c) Javier Auserd.

2 comentarios:

  1. Jo, es buenísimo, pero da terror...Me impresiona mucho en pensar lo del ojo.

    Solución a la pesadilla, hay algo que debes dejar de leer. Una lectura que te perjudica...Jajaja.

    Muchos besos.

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  2. ¡Pues es verdad!, no había caído. Lo que no sé es si serán noticias políticas, económicas o ... deportivas. Tendré que probar.
    Un besazo.

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