Se le suele dar mucha importancia al hecho de 'saber perder', pero ¿sabemos ganar? Me refiero, como es lógico, a las salvajes celebraciones de la victoria de la selección española en el Mundial.
Está claro que los jugadores saben ganar: lo han demostrado admirablemente de todas las formas posibles sin que lo hayamos atisbado. Sin embargo, la afición y los españoles no sabemos ganar. No sólo porque aún, a esta altura de la película, no tenemos conciencia ciudadana, sino porque no sabemos tener comportamientos civilizados a la hora de celebrar una victoria y confundimos alegría con grosería y ausencia total de respeto a los demás.
Y lo digo por los escándalos producidos durante toda la noche en todas las ciudades de España que fueron, entre otros, vomitonas, cagadas y meadas en plena calle, chillidos, vuvuzelas, golpes y destrozos de coches, edificios y mobiliario urbano (con ausencia total de intervención policial) de forma ininterrumpida hasta las 5 o las 6 de la madrugada. En muchos casos se han cruzado los que iban a trabajar (porque aún tienen trabajo a pesar de los conductores del metro) con los ociosos celebradores, los victoriosos ganadores, los jocosos cagadores, los graciosos molestadores en medio de un escenario dantesco parecido al salvaje Oeste americano o a la guerra de Bosnia.
Y todo sin que nadie (supuestas autoridades, policías, trabajadores, niños, ancianos, enfermos, amedrentados ciudadanos) nos atreviéramos a recriminarles nada: había ganado España. Sigue perdiendo la educación. ¡Pobre España, ignorante y embrutecida como interesa! ¡Y aún nos queda la final!
Javier Auserd.
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