miércoles, 22 de diciembre de 2010

La chulería.

Cuando alguien está a la defensiva y no tiene la conciencia tranquila, al final le sale la chulería por muy mosquito muerto que parezca. Hay muchos chulos en todos los partidos, empresas y comunidades de vecinos y, normalmente, hay que soportarlos (no sé bien por qué). Pero cuando el chulo es un ministro (o ministra), estoy convencido de que debería ser cesada de forma fulminante porque no es de recibo que nadie se aproveche de su posición de preeminencia para contestar mal a un trabajador, porque una ministra cuando va al paro la encuentran rápido un carguito, pero cuando un trabajador va al paro (por muy periodista que sea) tardan mucho en volver a contratarle en el mejor de los casos y a eso no hay derecho.
Es un síntoma inequívoco de la catadura moral de un individuo (no digo la forma femenina porque suena fatal) cuando despliega en público su prepotencia, despotismo y rabia contenida contra alguien de posición social (o postural) inferior.
Estoy hablando de la ministra de cultura (?) Sinde que le espetó a un periodista de la cadena SER si él pensaba dimitir cuando (en el ejercicio de su trabajo le hizo esa misma pregunta él primero). Es una provocación, repito, porque un trabajador no dimite, le despiden, pero una servidora pública (de lo que no parece haberse enterado todavía esta persona) dimite o la cesan o la dejan que siga descargando su falta de clase y de educación general básica contra mensajeros, internautas y curritos (piratas todos de la peor calaña).
¡Ay, Señor, Señor! ¡¿Cuándo se enterarán nuestros empleados públicos de que deben tratarnos con el respeto debido a cualquier ser humano y vivo?! ¿Y no deberían darles (si no) cursillos formativos irrechazables?
Javier Auserd.

No hay comentarios:

Publicar un comentario