Hannah.

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Es terrible ver cómo el olvido lo engulle todo sin que, apenas, podamos hacer nada por evitarlo. Y no hace falta sufrir el espantoso Alzheimer para olvidarnos de los amigos reales o virtuales. No. El tiempo mismo se encarga, encantado, de hacer ese trabajo sucio y traicionero.

Digo esto por Carmen Moreno Martín, Hannah, que en su blog Ser Rizomático nos hablaba incansable todos los días, varias veces, de temas siempre interesantes e importantes, consustanciales al ser humano como individuo y a la organización colectiva de nuestras vidas, miserias, grandezas y desastres.

Hace ya ... no recuerdo cuánto, que Hannah dejó de hablarnos desde su blog con aquella lucidez, sabiduría y humanidad que nos reconfortaba y nos ayudaba a seguir adelante por estas tinieblas que nos arroja este dragón llamado Vida. Nos dijo que no podía seguir escribiendo por una enfermedad degenerativa y, tras las inútiles protestas iniciales, no hemos vuelto (al menos yo) a saber nada de ella, como si ese otro dragón llamado Tiempo hubiera querido (y conseguido) borrar de nuestra ya de por sí frágil memoria sus magníficos decálogos y ráfagas que nos guiaban en la fría oscuridad de estos Abismos.

Te pido perdón, Carmen Hannah, amiga, por no haberte sido fiel cada mañana. Y te pido también, por favor, que antes de que el leve rayo de este frágil recuerdo se vuelva a cerrar, me perdones el pecado imperdonable de no haberme interesado mucho antes por cómo estás, que sigues bien y nos lo digas y nos eches una buena bronca por desmemoriados, que es lo menos que nos merecemos. Un abrazo muy suave y grande, querida Hannah.

Javier Auserd.

P.S.: También existe la posibilidad (que no había tenido en cuenta, pues solo pretendía recordarte con admiración), querida Hannah, de que no quieras ser molestada. En cuyo caso, te pido disculpas y respeto tu silencio.

J.A.