lunes, 13 de febrero de 2012

Ya está pasando.

Una de las grandes decepciones de mi vida (reyes magos y ratoncito Pérez aparte) fue darme cuenta del fascismo y la insolidaridad que hay en la clase obrera; fue ver cómo todo mi 'obrerismo' se iba al garete por la actitud de muchos de ellos. Siempre pasa pero mucho más en estos tiempos desquiciados.
Esto viene a cuento de lo que me cuenta una amiga que hoy ha ido temprano a la oficina del paro y consigue un número desorbitado. Bueno, a esperar. Al cabo de un rato se va dando cuenta de que se debe a la presencia de unos 50 trabajadores (digo, empleados) de una empresa que tienen un ERE y han ido todos en bloque a inscribirse sin haber negociado hacerlo de otra forma que no interfiriera el normal y ya de por sí penoso desarrollo de la realidad cotidiana de una oficina de desempleo. Pasan las horas, durante las que hay altercados, rifirrafes, gritos, sentadas, bloqueos, interrupciones y ya el resto de trabajadores que van también a inscribirse les preguntan, les dicen que esa no es forma de solucionar su problema perjudicando a otros trabajadores parados y reciben como respuesta por parte de esos tipos de la misma empresa la siguiente expresión literal: '¡A nosotros los demás nos importan una mierda, que os den por el culo (sic) y os jodéis, cabrones! (sic, sic)'.
Me parece que hay un límite y una ética en cualquier protesta (esta por cierto, absurda, injusta y cobarde), porque si esos individuos querían protestar que hubieran ido a hacerlo a la empresa o al domicilio de los empresarios, no a una oficina del paro donde solo hay parados tan o más puteados que ellos.
Siempre ha pasado y ya Carlos Marx hablaba del peligro de la 'aristocracia obrera', pero los 'señoritos empresarios', reforzados y amparados por este gobierno, lo propician y se descojonan de ello en sus bares: que los tiparracos paguen su desgracia contra otros trabajadores y añadan más factores de puteo y disgusto a sus problemas es una risa y es lo que hay que conseguir. Miel sobre hojuelas. Y esto ya está pasando y seguirá pasando cada vez más. ¡Qué bonito!
Javier Auserd.

2 comentarios:

  1. Coincido contigo en que es una desgracia,José, porque yo he sido un capullo de los de 'como la clase obrera nada' y tonterías semejantes. Algún obrero hay con conciencia de clase, no digo que no, pero ¡qué pocos! (comparativamente hablando) y estas crisis y recortes y recesiones no la favorecen precisamente (la conciencia de clase). De modo que, ya sabes, siempre nos toca luchar a los mismos. Un fuerte abrazo.

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