Una de las grandes decepciones de mi vida (reyes magos y ratoncito Pérez aparte) fue darme cuenta del fascismo y la insolidaridad que hay en la clase obrera; fue ver cómo todo mi 'obrerismo' se iba al garete por la actitud de muchos de ellos. Siempre pasa pero mucho más en estos tiempos desquiciados.
Esto viene a cuento de lo que me cuenta una amiga que hoy ha ido temprano a la oficina del paro y consigue un número desorbitado. Bueno, a esperar. Al cabo de un rato se va dando cuenta de que se debe a la presencia de unos 50 trabajadores (digo, empleados) de una empresa que tienen un ERE y han ido todos en bloque a inscribirse sin haber negociado hacerlo de otra forma que no interfiriera el normal y ya de por sí penoso desarrollo de la realidad cotidiana de una oficina de desempleo. Pasan las horas, durante las que hay altercados, rifirrafes, gritos, sentadas, bloqueos, interrupciones y ya el resto de trabajadores que van también a inscribirse les preguntan, les dicen que esa no es forma de solucionar su problema perjudicando a otros trabajadores parados y reciben como respuesta por parte de esos tipos de la misma empresa la siguiente expresión literal: '¡A nosotros los demás nos importan una mierda, que os den por el culo (sic) y os jodéis, cabrones! (sic, sic)'.
Me parece que hay un límite y una ética en cualquier protesta (esta por cierto, absurda, injusta y cobarde), porque si esos individuos querían protestar que hubieran ido a hacerlo a la empresa o al domicilio de los empresarios, no a una oficina del paro donde solo hay parados tan o más puteados que ellos.
Siempre ha pasado y ya Carlos Marx hablaba del peligro de la 'aristocracia obrera', pero los 'señoritos empresarios', reforzados y amparados por este gobierno, lo propician y se descojonan de ello en sus bares: que los tiparracos paguen su desgracia contra otros trabajadores y añadan más factores de puteo y disgusto a sus problemas es una risa y es lo que hay que conseguir. Miel sobre hojuelas. Y esto ya está pasando y seguirá pasando cada vez más. ¡Qué bonito!
Esto viene a cuento de lo que me cuenta una amiga que hoy ha ido temprano a la oficina del paro y consigue un número desorbitado. Bueno, a esperar. Al cabo de un rato se va dando cuenta de que se debe a la presencia de unos 50 trabajadores (digo, empleados) de una empresa que tienen un ERE y han ido todos en bloque a inscribirse sin haber negociado hacerlo de otra forma que no interfiriera el normal y ya de por sí penoso desarrollo de la realidad cotidiana de una oficina de desempleo. Pasan las horas, durante las que hay altercados, rifirrafes, gritos, sentadas, bloqueos, interrupciones y ya el resto de trabajadores que van también a inscribirse les preguntan, les dicen que esa no es forma de solucionar su problema perjudicando a otros trabajadores parados y reciben como respuesta por parte de esos tipos de la misma empresa la siguiente expresión literal: '¡A nosotros los demás nos importan una mierda, que os den por el culo (sic) y os jodéis, cabrones! (sic, sic)'.
Me parece que hay un límite y una ética en cualquier protesta (esta por cierto, absurda, injusta y cobarde), porque si esos individuos querían protestar que hubieran ido a hacerlo a la empresa o al domicilio de los empresarios, no a una oficina del paro donde solo hay parados tan o más puteados que ellos.
Siempre ha pasado y ya Carlos Marx hablaba del peligro de la 'aristocracia obrera', pero los 'señoritos empresarios', reforzados y amparados por este gobierno, lo propician y se descojonan de ello en sus bares: que los tiparracos paguen su desgracia contra otros trabajadores y añadan más factores de puteo y disgusto a sus problemas es una risa y es lo que hay que conseguir. Miel sobre hojuelas. Y esto ya está pasando y seguirá pasando cada vez más. ¡Qué bonito!
Javier Auserd.
Tienes, por desgracia, toda la razón.
ResponderEliminarCoincido contigo en que es una desgracia,José, porque yo he sido un capullo de los de 'como la clase obrera nada' y tonterías semejantes. Algún obrero hay con conciencia de clase, no digo que no, pero ¡qué pocos! (comparativamente hablando) y estas crisis y recortes y recesiones no la favorecen precisamente (la conciencia de clase). De modo que, ya sabes, siempre nos toca luchar a los mismos. Un fuerte abrazo.
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