viernes, 22 de julio de 2011

Averno.

10. Azufre.
Uno.
Sin saber por qué, Peter Black, antes de embarcar, se encomendó a Ishtar. Durante su estancia en la buhardilla había templado sus nervios soportando los brutales mugidos de las palomas y sus espasmódicos aleteos que le daban ganas de matarlas con sus propias manos. Se persignó mentalmente y entró en el Arco flanqueado por sus escoltas, una de ellos era Molly 'manos tijeras'. Fuera era de noche y tuvieron que ajustar los visores mientras subían al libedóptero. Durante el viaje sin luces de posición, al atravesar un lago, esparcieron las cenizas de Rudolf, según le confesó un gorila.
Aquél Bagdad era muy diferente del que se temía Peter, pero tampoco era una maravilla. Aterrizaron en el libepuerto, bajaron del aparato y fueron directamente al grano en un transporte militar de diez neumáticos. El grano se llamaba The Purulent Frog, según ponía en un cartel luminoso encima de la puerta de entrada.
-Me han dicho que te llaman Murdoc - dijo cuando se sentó frente a aquél tipo.
-Siéntate - era una figura escuálida y resbaladiza que encajaba bien con el nombre del antro.- Qué quieres.
-Busco a alguien.
-Aquí todos buscamos.
-El alguien que yo busco tiene una deuda conmigo.
-Ya me figuro.
-Es de otro ... universo, pero puede estar aquí ahora.
-¿No me digas?
-Sí te digo - dijo mientras ponía un drivebox en la mesa.
El anfitrión pulso una de las caras y surgió un holograma que mostraba una reconstrucción a escala natural. El tipo dio un respingo al verlo que casi le hace caer de la silla en la que estaba sentado.
-¡Pero eso es ... un polen! No estoy ... no está ... no puedo ... no sé nada - tartamudeó intentando colocarse correctamente.
-Dile que le espero aquí mismo, en este rincón. Ahora.

Dos.
Hemos tenido que esperar más de una hora terrestre hasta que viene un troll y pone al polen dentro de una urna semitransparente y licor de cerezas en un vaso ancho sobre la mesa. Molly, entretanto, nos mira desde la barra con el láser preparado.
-Ya estoy aquí, ¿satisfecho? - dijo el polen.
-No.
-Es agotador tratar de encontrar una mínima lógica en los comportamientos humanos, ¿verdad? Hay que ser muy tontos para no distinguir una caricia de una amenaza y viceversa.
-Sobre todo para una zapatilla como tú.
-Te deseo una buena muerte.
-La mejor muerte es la que es tan rápida que no te deja despedirte de nadie, ni siquiera de ti mismo. ¿Y tú, sabes tú algo de la muerte?
-¡¿Yo?! ¿Qué puedo saber yo?
-¡Claro, Paramecio, claro!
Extiendo la mano y la detonación confunde a los parroquianos durante un segundo pero luego cada uno vuelve a lo suyo como si nada hubiera pasado. Los restos de Paramecio yacen delante de mí mezclados con el plástico pulverizado de la urna, encima de la mesa, y yo no tengo brazo, me lo ha desintegrado la granada neuropsíquica de papel, indetectable.
Me llevan en volandas por los pasillos interiores del complejo universitario, entramos en un quirófano ambulante, me aplican un hongo reconstructivo al muñón y listo el bote, regresamos.

Tres.
Estaba tumbado en una hamaca de una playa en Hawaii disfrutando de un daiquirí helado en medio del calor tropical cuando vino un sony con una bandeja que contenía un MP4. 'Gentileza de la casa' dijo con su voz metálica, lo cogí, se dio la vuelta y se fue volando. Me puse los auriculares y conecté. Al principio sonó una agradable música dulce y suave, arrulladora que se interrumpió dando paso a un serrucho estridente y dislocado cortando acero.
-Ahora tienes que pagar - me dijo la voz.
-¿No hice bien la transferencia? - respondí.
-Sí, pagaste a Xe Services LLC, sí. Me refiero a nosotros.
-Y ¿quiénes sois vosotros?
-Tu banca de confianza - dijo con un graznido que debía ser una carcajada.
-Deje de molestarme o doy queja de usted a Control.
-¿Ah, sí? Ahora que lo mencionas, nosotros somos Control.
-Pues a vuestros jefes.
-No tenemos jefes - dijo repitiendo el rasposo crujido.
-¡Molly! - dije por el móvil - Te necesito aquí ahora mismo, un gamberro que se ha colado en el sistema me está molestando.
Molly apareció como por ensalmo junto a la hamaca.
-Jefe, he detectado que son los dueños del hotel.
-¿Y me están gastando una broma?
-No, jefe. Al parecer ha aparecido una tubería en su suite, que puede estar causando una avería a la suite contigua y tiene usted que pagar o ir a la cárcel.
¡Pero ¿qué disparate es ese?! ¡¿Qué tengo yo que ver con una ... tubería, o lo que sea?!
-Parece que son las leyes locales, jefe. Y veo que no le queda crédito.
-Pues a la cárcel. Adiós Molly, has sido una buena guerrera, te lo agradezco.
-Un momento, jefe, ¿nos queda azufre?
-¿Azufre?
-Génesis 19,24: 'Yavé hizo entonces llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de Yavé, desde el cielo'.
-¡Qué gran idea, Molly! Te lo paso por bluetooth. Monta la 'lluvia' mientras preparo la salida.
Y en poco tiempo hubo un génesis19,24 alucinante en aquél apacible (aunque ex-estafador) hotel del Pacífico.
© Javier Auserd.

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