Niebla blanca, lechosa, crema de calabacín, oro gris o cualquier pantalla echa jirones como un telón de sábanas enfangadas de cal. Circula lenta y silenciosa la tramoya por los ríos, por los caminos y las carreteras, por las calles y entre los edificios, moles oscuras, poderosas, terribles de encenagadas aristas sin pulir. Niebla torpe, contagiada de artrosis, renqueante ceguera sin decapitar.
Javier Auserd.
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